Los Asturianos,
guiados por las incontables recomendaciones nos dejamos caer un día primaveral caluroso por este disimulado loca. Viéndolo por fuera diriamos que es un bar-restaurante de toda la vida con su menú de 10 € y sin sofisticación alguna. Al entrar nos encontramos con un mini comedor de 3 mesas a la derecha y una barra sobria a la izquierda. Reservamos mesa, por si acaso, y al final nos dimos cuenta que hicimos bien, al ver el flujo de clientela fiel.
El servicio es bueno y profesional, pero de un seco granaino constante. Normalmente la gente del norte es distante al principio y espabila con el tiempo, pero en este caso, a parte de algún pequeño guiño de majete no callo el muro de hormigon que suele separar el comensal y camarero.
Para entrar al comedor tuvimos que pasar por un pasillo largo, saludando la minuscula cocina. Una vez dentro no hay un impactante cambio de decorativo, pero se nota que se entra en la parte noble del establecimiento con sus cuadros y paredes de madera.
Nos encontramos con una carta de menús, con uno económico de 11,50 €, con caserío incorporado: Lentejas con Chorizo, Pisto Manchego, Morcillo estofado y Revuelto de chorizo.
El segundo menú casi duplica el precio: Fabes con Almejas, Habitas con Morcilla Matachana,
Carrillada de Buey y Merluza a la Sidra.
Nos gusta este concepto con 2 Menús donde se puede pedir uno de cada y luego ir intercambiando platos.
Aun así optamos por un menú pro-crisis con unas Fabes con Almejas buenas, pero con exceso de sal. Es raro que en un restaurante se pasen de sal, pero en este caso fue un lapsus por echar la cocinera y también la cocinera. Las fabes estaban en su punto y bien cremosas. Un pequeño truco para catar la buena fabe: poner una encima de la lengua y aplastar en el paladar; si se deshace con facilidad la tenemos en su ponto.
La Carrillada de Buey estofada, sorprendió por su calidad y perfecto estofado. En la foto podéis ver un trozo, en el que se observa a la perfección la gelatinosidad de la carrillada y como la carne se deshace con el tenedor. Muy buen plato, un caserío dignificado al máximo.
Pote Gallego: Nunca falla y no iba a ser menos aquí. Perfecto de sal y de sabor, con muy buena materia prima. Esto ya se pidió a la carta.
Solomillo al cabrales: La carne se encontró tiernisima y la salsa de cabrales en su punto de sabor, sin pasarse.
En resumen tenemos que hablar de un restaurante casero de los que hay que repetir, con algún guiño en la carta la modernidad. Optan a un reinado en la cuchara y un sello de calidad en los estofados.
Ubicación:
Calle Vallehermoso, 94
28003 Madrid
Tel. 91 533 59 47
Con esto y un Almax me despido hasta la próxima.
Saluten
M.L.
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