Mastropiero.

Desde hace mucho tiempo, sobre todo tras haber vivido por la calle la Palma, tenía ganas de ir a este Italo-Argentino muy malasañero.

Es un pequeño local entrañable, acogedor y de rápida familiarización, con una luz tenua y decoración boheme.

Hay como unas 3 mesas altas pequeñas, una mas grande que se suele compartir y la barra pequeña. El personal consiste en una encantadora argentina (dueña?) y un pizzero en la cocina.

Dan gusto estos sitios, cuando te encuentras una sonrisa tras los tercios y servilleteros.

La oferta es simple, pizzas varias, y como no, empanadillas de diferentes rellenos.

PEdimos para 2 una pizza Diavola(creo que ellos la llaman Napolitana), que es una margarita con salami picante. Muy buena, diferente a las italianas, sobre todo en la masa, pero un gusto cada mordisco.

El problema es el precio. Hay 2 tamaños: pequeña(10 Euros aprox.) y grande(20 Euros aprox.). Por la bien conocida economía de escala, la grande tendría que ser mas del doble de grande que la pequeña. Pero no llega a ser el doble. Un pequeño fallo. De postre, obligación de la dueña(?), otra vez como no, tarta de chocolate y queso caseras con un pegote de dulce de leche. Una rica bomba. Lo que no me quedó claro es si te la cobra. Es que te la pone sin pedir. Andábamos despistados a la hora de pagar.

Bebimos 3 tercios + 2 claras + una pizza grande + el postre= 38 Euros.

Bastante caro, pero salimos llenos y agradecidos por el trato.

En estos sitios con encanto no te duele tanto la cuenta, comes bien, tranquilo, la gente se comunica entre ellos, hay mucha clientela argentina, y pasas un buen rato. Pero ya sabéis: mejor pedir cada uno una pizza.

Dirección: Calle de San Vicente Ferrer, 34

Con las fachadas goteando se despide,

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